Bueno, pues parece que la inspiración está haciendo acto de presencia. O para ser más precisos es que, aunque sea invierno y haga un frío tremendo, al menos ha salido el sol y ha dejado de llover un poquito, y hoy he podido trabajar al aire libre.
El caso es que al final me he decidido a pintar la mesilla de blanco, y creo que el resultado me va a gustar bastante. Tan solo le he dado una manita de base y otra de pintura blanca, pero ya veis como ha cambiado de aspecto la mesilla.
Cómo podréis ver le he añadido a la mesilla un pequeño detalle. Se trata del copete antiguo de otra mesilla que también vino a casa de la calle.¡Si es que menuda afición tengo a recoger muebles y trastos viejos de la calle! ¡Algún día voy a tener que hacérmelo revisar por un médico, no vaya a ser que tenga principios de la enfermedad de Diógenes!¡Más me vale que no sea así! ¡Pero oye, empieza a ser preocupante... mesilla que veo a punto de acabar en el camión de la basura, mesilla que se viene conmigo a casita!
Y es que las mesillas antiguas tienen un encanto especial, y visto su tamaño reducido son estupendas para hacerlas un hueco en cualquier lugar de mi casa o en las de la familia.
Un abrazo chic@s, voy a seguir pintando.